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Expectativa

Ítem Aula: el cambio del cambio, a caballo de las banderas históricas del peronismo

El próximo lunes, en la Cámara de Senadores de Mendoza, se debatirá sobre la derogación del decreto firmado por Alfredo Cornejo durante su gestión al frente del Ejecutivo.

Por Federico Lardone

En plena fiebre por el “Cambio Honestista” –síntoma social generado por una de las campañas de penetración psicológica más formidables de la historia nacional y provincial- el flamante gobernador Alfredo Cornejo, que en los hechos detentaba la suma del poder público, emitió una de sus bulas autoritarias más perjudiciales, aun en perjuicio de quienes contribuyeron activamente a su advenimiento al poder.

Hablamos del Decreto 228, firmado el 14 de marzo de 2016; una “norma ómnibus” que proyectaba la casi totalidad del discurso macrista en el ámbito docente e impactaba fuertemente en los derechos de sus trabajadores. Sus directivas arbitrarias contaban con el fundamento discursivo que por entonces preponderaba entre explotadores y explotados, plagado de brotes de significación sólo emocional: los años de corrupción, los desmanejos económico-financieros, el estado de “devastación” en que las autoridades “de bien” habían encontrado el país y la provincia, las decenas de denuncias –a la postre, falsas- que pesaban sobre los protagonistas del “gobierno anterior” y otros tópicos eficientísimos de manipulación individual y colectiva.

El punto más cuestionado –aunque no por las mayorías complacientes- fue el régimen del “Ítem Aula” impuesto por la norma: con el mismo sistema de engaño mediático y excitación de antivalores que lo había encumbrado en la Gobernación, Cornejo enmascaró un descuento en el salario docente, bajo la forma de un ADICIONAL salarial de casi imposible percepción continua. Concretamente, si el o la docente pretendían cobrar el 100 % de su salario, no debían faltar a su trabajo… nunca. Es decir: NUNCA. O hasta 10 días por AÑO, siempre que estas causas fueran justificadas de acuerdo con una rígida grilla de pocas eventualidades. De otro modo, recibirían el 90 % de lo que les correspondía, por el 100 % de su trabajo.

Por entonces, una mayoría anestesiada a partir de veinticuatro horas diarias de radio, televisión, periódicos e intromisiones críticas o pasionales en Internet, naturalizó la ola de pérdida de derechos y el refuerzo del feudalismo tradicional. La ejecución de este proyecto de deshumanización fue protagonizada, principalmente, por traidores a su propio ideario –esto es: radicales que aceptaron la entrega de su estructura en todo el país a cambio de jugar un tiempo con el llavero del poder real- y sostenida por una mayoría de vasallos aspiracionales, felices de su condición y empoderados en el berretín punitivista de la diferenciación por motivos de raza, de nacimiento y de riqueza.

A la par, la ilusión holística de la “mano firme” como garantía y eternización del nuevo (y “honesto”) estado de cosas iba también emergiendo para beneplácito de dominantes y de dominados: nuevo Código Contravencional, nuevos procedimientos judiciales, nuevos procedimientos policiales, prisiones preventivas a mansalva, arrestos por “portación de rostro”, detención de micros, penas selectivas por “ocupación del espacio público” y demás prácticas de facto.

Los preconceptos estigmatizantes, a la orden del día, aparecían y se cristalizaban sin vergüenza y sin temor a la condena incluso en el mismo texto de la norma, a la usanza de la práctica legislativa nacionalsocialista. “La realidad del sistema” –expresa con alevosía de propagación mentirosa uno de los considerandos del Decreto 228- ha mostrado que proliferaron los cargos docentes alejados del aula, ejerciendo funciones de todo tipo ajenas a la realidad de la enseñanza aprendizaje”. Mal escrito, además; pero la estrategia emocional no requiere validación de ninguna Gramática.

“El referído ítem”, continúa con pretensión de Reino de Mil Años, “apunta a producir el cambio cultural imprescindible de volver a revalorizar la tarea docente en todas sus dimensiones e instancias”. ¿Revalorizar? ¿La tarea docente había perdido valor? No, claro está: pero el Decreto venía precedido, como se dijo, de una labor patologizante del constructo social que llevaba ya varios años, expelida desde el marketing científico-mediático.

Los titiriteros de este escenario permanecían viviendo el ocio hegeliano, no importa cuándo. Los títeres –sus instrumentos institucionales, las autoridades constituidas- felices de agradar a sus pagadores.

Por debajo de todo, una minoría honrosa e insuficiente cuestionaba la injusticia, contra viento, marea, palos, multas, privaciones ilegítimas de la libertad, abusos de poder. Todo intento de derogación del decreto era contestado con la estigmatización y el desecho del proyecto. Toda pretensión de racionalización del régimen, con la fuerza apabullante que había transformado la Legislatura en una histórica escribanía…

…hasta que los mismos que habían tejido la red punitiva y el “arbeit macht frei” cotidiano comenzaron a ser interpelados por las pujas internas de poder. Quebrado el “radicalismo PRO”, los antiguos sedientos la emprendieron a jugar en el bosque, mientras el líder no está. Omar De Marchi, desde el extremo derecho, provocó el “non serviem” de Daniel Orozco, quien se rebeló a la orden de Alfredo Cornejo de no presentarse como candidato a la gobernación. En las elecciones de junio de 2023, el cornejismo obtuvo casi el 43 % de los votos, y la fórmula de la “derecha radical”, otro 20 %. Si hubieran trabajado unidos, a esta altura no habría habido ninguna duda acerca del futuro político de la provincia. Pero el escenario impone, hoy, la generación de estrategias; algunas, desesperadas.

Y en ese tablero de TEG vernáculo, fue precisamente el peronismo quien, por el solo peso de su lucha histórica y el valor de sus principios de raigambre humana, vino a poner verdad sobre las esencias pintadas de bolardo con punta de bala y adormecidas por las falsedades emocionales brotadas de la mediateca permanente.

Porque ha presentado un proyecto de derogación del “Ítem Aula”, uno más entre tantos que antes eran rechazados “in limine”; es decir, casi sin siquiera ser leídos. Uno más entre tantos que, desde 2016, cristalizaron el desprecio de los advenedizos por el trabajador docente y por quienes asumían su defensa y les reconocían las derivaciones del carácter digno de su labor.

Esta vez, el peronismo SÍ fue escuchado por la escribanía. El propio presidente del Honorable Senado provincial ha convocado para este lunes 4 de septiembre a las 10:00 horas a una sesión… ¡extraordinaria! (vaya celeridad), para tratar el proyecto de derogación del “Ítem Aula” presentado por el Senador por el Frente de Todos (hoy Unión por la Patria) Lucas Ilardo.

¿Será que el trabajador docente ha abandonado sus prácticas de vagancia, en términos del orden imperante, y ya no es necesaria la norma que le exige estar frente al aula, aun enfermo, inválido o en condiciones de alteración psíquica o emocional? ¿Es que se habrá producido el cambio cultural que pretendía el radicalismo macrista, y la hora llama a “volver a la normalidad”, aun a riesgo de aquella ficticia “proliferación de cargos docentes alejados del aula”? En la cosmovisión radical-derechista: ¿nos hemos vuelto TODOS repentinamente honestos?

Pues para nada. Tampoco antes éramos “deshonestos”. El peronismo continúa con su lucha, sea más o menos escuchado; una lucha que no depone jamás sus armas de debate y que insta a la virtud del orden social, manifestada en el ideal de la Comunidad Organizada. Y a ella se encabalga, hoy, la necesidad de trasvasamiento de votos entre los traidores internos del oficialismo provincial.

Por tal razón, por ese –ahora sí- desmanejo de pretensiones en el nuevo panorama pos-Macri, es que probablemente este proyecto se transforme en Ley, y una vez más el peronismo contribuya, aun de entre el cúmulo de mezquindades ajenas, a promover verdaderamente el bienestar general, a asegurar los beneficios de la libertad, a afianzar la justicia social, como está llamado a hacer desde el inicio de la acción humanista emprendida por Juan Domingo Perón junto con el pueblo trabajador.

Hacemos votos de honestidad. Que prevalezca la honestidad intelectual de todos y cada uno de los mendocinos; y que por fuera de las falsedades mediáticas, de los estándares publicitarios enquistados entre nosotros y de los mercenarios y alcahuetes de la comunicación, comprendan de una vez y para siempre cuál es la fuerza viva que permanentemente impulsa el reconocimiento de derechos y el derribo de toda arbitrariedad autoritaria. La acción de un peronismo actual y activo fogoneado por los ejes conceptuales del peronismo histórico.

Por fuera de las disputas, seguimos aportando para hacer realidad el sueño de una Mendoza cada vez menos feudal y con un norte definido: el reconocimiento de la dignidad de los trabajadores públicos y privados, docentes incluidos.

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