Las festividades de fin de año suelen ir de la mano con la pirotecnia, un espectáculo de luces y sonidos que, aunque disfrutado por muchos, puede resultar abrumador para las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Cerca del 80% de las personas con TEA experimentan desórdenes en el procesamiento sensorial, haciéndolos hipersensibles a ruidos fuertes.

Este escenario puede generar elevados niveles de estrés, llegando a casos extremos donde la persona puede autolesionarse. Algunas medidas recomendadas incluyen el uso de cascos o guantes para minimizar la exposición al sonido. Ejercicios de respiración, la práctica de deportes para concentrar la mente en otra actividad, escuchar música tranquilizadora con auriculares, o incluso refugiarse en un espacio tranquilo, son estrategias útiles.

Para los más jóvenes, anticipar los eventos y explicar detalladamente qué sucederá durante las festividades ayuda a prepararlos y reducir la ansiedad. En este contexto, la campaña “Menos ruidos y más luces” busca concientizar sobre los efectos de la pirotecnia en la población con discapacidad, proponiendo la regulación en lugar de la prohibición. La iniciativa aboga por fuegos artificiales visuales sin explosiones sonoras y el anuncio previo de su ubicación y horario.

En paralelo, un proyecto de ley liderado por el exdiputado y médico Eduardo Bucca busca regular la pirotecnia para reducir los decibeles del sonido, protegiendo tanto a personas con TEA como a aquellos sensibles a ruidos fuertes, independientemente de la edad.

Las estrategias propuestas y las campañas de concienciación buscan garantizar que todos, independientemente de sus desafíos de salud, puedan disfrutar de las festividades sin poner en riesgo su bienestar emocional. La iniciativa destaca la importancia de la empatía y la comprensión en la celebración de eventos inclusivos.