El cerro Marmolejo, ubicado a más de 6000 metros sobre el nivel del mar, se convirtió en escenario de una tragedia para tres andinistas argentinos: Raúl Espir, Sergio Berardo e Ignacio Lucero. El último contacto por GPS se registró el 29 de noviembre, cuando estaban a 5800 metros de altura.
La elección de la ruta “normal” desde Chile, guiados por Lucero, llevó a los argentinos por el Cajón del Maipo hasta el campamento base. Desde allí, enfrentaron una pendiente pronunciada para llegar a los campamentos altos, ubicados a 4800 msnm y 5200 msnm, respectivamente. Los guías señalan que, a diferencia de otras montañas, no existen campamentos estipulados, y cada expedición decide dónde acampar.
El desafío del glaciar
El cruce del extenso glaciar, con grietas significativas, representa uno de los mayores desafíos en la ascensión al Marmolejo. Aunque la ruta es técnicamente sencilla, las grietas en el glaciar pueden ser peligrosas. El día de la cumbre implica atravesar unos tres kilómetros de glaciar hasta llegar al pico. Las condiciones de las grietas, que han aumentado en tamaño y profundidad, han sido motivo de preocupación para los guías de montaña.
Teorías sobre la tragedia
Diversas teorías circulan en la comunidad montañista sobre las causas de la tragedia. Inicialmente, se especuló con una posible caída en una grieta, considerando que los andinistas estaban encordados. Sin embargo, esta versión fue descartada tras la visualización de los cuerpos desde un helicóptero. Ahora, la atención se centra en el mal clima como factor determinante. Las condiciones adversas podrían haber provocado la decisión de tres andinistas de bajar, mientras Lucero persistió en continuar. La exposición prolongada al mal tiempo en el glaciar podría haber resultado en hipotermia.
Extracción dificultada por el clima
La extracción de los cuerpos se ha visto afectada por el mal tiempo. Aunque uno de los cuerpos pudo ser bajado, los otros dos permanecieron georreferenciados hasta que las condiciones climáticas permitieron su recuperación.
En medio de estas incógnitas, la montaña Marmolejo, testigo silencioso de la tragedia, plantea desafíos persistentes para los montañistas y rescatistas que enfrentan las complicaciones de su entorno hostil.