Creó una réplica de la Copa del Mundo. El mismo asegura que fue por amor al fútbol y por la esperanza de que Argentina volviera a coronarse lo que lo movilizó por meses a llevar adelante el proyecto.
El último título de la selección mayor en un mundial había sido hace 36 años, en 1986 con la presencia de Maradona como estandarte. Pues José Luis Carrasco tiene 35 años y como millones de personas, el soñaba con ver por primera vez a su país campeón.
Victoria tras victoria José se iba emocionando e ilusionando un poco más, aunque la ilusión era lo que lo impulsaba. Pues el sentía que iban a ser campeones y por ello el proyecto comenzó meses antes, para ese domingo de gloria salir con su obra a festejar con la gente.
La hazaña en el Maracaná fue ese paso anterior al del éxito absoluto y fue lo que ilusionó a millones de argentino. Esta copa significaba la consagración tras casi 30 años sin ganar nada. En este momento fue que José se dio cuenta que quería hacer algo fuera de las normas, algo similar a una ofrenda por la fe y esperanza que tenía. En ese momento inició con los primeros bocetos del proyecto que sería construir una Copa del Mundo, que primero pensaba hacer de tamaño real pero el destino le cambió el camino.
La copa y una pasión sostenida en la esperanza
El hombre habló con algunos medios en este tiempo y se desenvolvió contando el proceso de creación de la copa gigante que se podía ver en plena calle San Martín el domingo 18.
José asegura no ser artista ni ser alguien que este marcado por el arte. De hecho es cabo primero del Batallón de Ingenieros de Montaña y cuenta con un camping en el que hospeda viajeros mayormente. «Soy un loco por los mundiales, me ha tocado llorar muchas veces por quedarnos afuera y ahora sentía que debía hacer algo; siempre me gustó reciclar cosas antiguas y utilizar materiales reciclados», decía el hombre que solo sintió la necesidad de expresarse y lo hizo con un trofeo gigante.
Él vive en el Manzano Histórico junto a su familia, contaba que su taller era su casa y sus materiales eran cosas en desuso que el siempre creyó que servirían para algo. Ruedas, pintura, palos, diarios, el guardaba todo con la intención de darles nuevos usos. «Cuando Argentina ganó la Copa América el año pasado empecé a pensar en armar una réplica de la Copa. Primero la iba a hacer en tamaño chico, pero en realidad me dí cuenta de que podía crear una en tamaño gigante», relata José Luis.
Durante más de cinco meses, en los momentos libres él le iba dando forma a la obra. Asegura que para darle bien las formas, los colores y las dimensiones, José tenía una foto de la pieza que vio durante los meses de trabajo. «Cuando la terminé el día anterior al mundial, dejé la Copa en un rinconcito, como esperando. Y el mismo día del partido, cuando nos juntamos con mis amigos, la subí a la camioneta y la dejé ahí. Les dije: ya tengo el souvenir», rememora.
Ya el día del festejo, ese domingo 18. José ató la copa a una camioneta y se fue directo a festejar con la gente en el centro de Tunuyán. Con su proyecto listo y con Argentina campeón, el joven solo pudo vivir un día de euforia junto a su copa de dos metros y a la gente. Pues el hombre recorrió Campo Los Andes, Vista Flores y ahí bajó a Tunuyán y en todos lados los niños se sacaban fotos o se quedaban mirando, algo que lo movilizó como nada nunca.
Una firma que vale un sueño
El mismo domingo, el hermano de José viajó a Buenos Aires a recibir a la selección, que arribó el día lunes. Recibimiento que iba con la intención, también de conseguir la firma de Gonzalo Montiel. Algo está claro, si los hermanos Carrasco se lo proponen, lo logran y así consiguieron la firma del carrilero de la selección.
«Queríamos que desde ahora, todas las personas que lleguen a este lugar, se encuentren con la Copa del Mundo y la camiseta firmada por uno de los mayores exponentes de la Selección Argentina. Es como un sueño hecho realidad para todos», expresa emocionado el joven al cerrar.
Discussion about this post