La digitalización ha llegado para quedarse y las innovaciones que ha aportado Internet han modificado completamente muchos sectores y ámbitos empresariales. También ha afectado la forma en que nos comunicamos y socializamos. Asimismo, la innovación no espera a quienes contemplan el campo de batalla desde la distancia, hay que adentrarse en esta vorágine de la inmediatez y salir con éxito de ella. Seguidamente, expondremos cómo las nuevas herramientas que ha aportado internet, han sido utilizadas con éxito por parte de un sector muy concreto: el del ocio electrónico. Como su propio nombre indica, ya es un campo de pruebas donde la virtualización estaba presente desde el primer minuto.
Podríamos definir como ocio electrónico todas aquellas actividades o pasatiempos que se llevan a cabo a través de una pantalla o un dispositivo digital. Uno de los hobbies más conocidos en relación con este concepto es el de los videojuegos, pero actualmente es un universo con los límites poco definidos que sirve como cajón de sastre para albergar otras tipologías de entretenimiento virtual. El sector de los videojuegos ha sabido mimetizarse muy bien con la era de los internautas, ya que los títulos monojugador han dado paso a juegos colectivos en los que los gamers pueden competir o cooperar con usuarios de todo el mundo. Hoy en día es prácticamente inconcebible comprar una consola y no conectarla a internet; un paradigma que en los años 80 habría sido más propio de sus películas de fantasía y ciencia ficción que del plano real. También es posible hablar y enviar mensajes en directo, ayudando a crear estrategias y acciones comunes en los juegos que así lo requieran.

Si navegamos por la red también podemos comprobar cómo otros pasatiempos clásicos han sabido adaptarse y evolucionar. Buen ejemplo de ello son las actividades propias del casino, como la ruleta o el póker; juegos que también disponen de su adaptación en línea. Otro clásico, como son las tragamonedas online, también disponen de presencia en la red, con apariencias y «skins» que conectan con las modas actuales. Se ha aplicado una innovación estética a una actividad que de per se ya era mundialmente conocida; tradición y modernidad se dan la mano en este ejemplo concreto.
¿Adiós al formato físico?
Si seguimos navegando en los transitados océanos del ocio electrónico, comprobaremos cómo estas innovaciones que estamos desgranando no solo hacen referencia a la interconexión entre los usuarios. El formato físico también ha quedado modificado para siempre en virtud de la compra digital. Hace unos años, comprar un nuevo título el día de lanzamiento iba acompañado de toda una ceremonia casi ritual. Reservar el juego, buscar información sobre el mismo, esperar ansiosamente el día de salida y celebrar la llegada del correo de confirmación de la tienda. Cuando ya habíamos adquirido el juego, el retorno a casa era también especial, donde las ganas de colocar el disco dentro de la consola por primera vez nos obligaban a regresar con la máxima celeridad. Actualmente, los títulos se pueden reservar de forma íntegramente digital, un contexto muy habitual en los mundos del PC y sobremesa, pero que recientemente se ha extendido también en consolas.
Un catálogo en el que escoger
En los últimos años se han implementado diversos modelos de suscripción muy similares a los de las plataformas de vídeo en streaming como son Disney+ o Netflix. Hacemos referencia al modelo Xbox GamePass o PlayStation Plus, que a cambio de un pago mensual ofrecen un catálogo muy amplio de juegos para probar. Décadas atrás, la única manera de probar un juego era adquiriéndolo, dejándonos guiar por la información que aparecía en su contraportada. En nuestro mundo moderno es posible seleccionarlo desde los catálogos por subscripción a los que hemos referencia y comprobar posteriormente si se ajusta a la idea que teníamos preestablecida. Un avance meteórico que ha ayudado a que los jugadores puedan probar propuestas mucho más arriesgadas o independientes que años atrás no se hubiesen materializado.
Como vemos, la digitalización ha cambiado de arriba abajo el mundo del ocio electrónico, aportando conectividad, diversificación, oferta e innovación. El futuro se intuye moderadamente optimista.
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