Carmen, de 46 años, es la primera mujer en recibir el alta hospitalaria. Su historia de vida.
Se realizó el primer trasplante de médula ósea en el nuevo Centro de Trasplante de Médula del Hospital Central de Mendoza. Allí, después de casi 40 días de internación, Carmen pudo recibir su alta hospitalaria. Ella es una mujer de 46 años, casada, con 5 hijos y una valentía que es de admirar.
Es la segunda vez en su vida que le toca realizarse un trasplante de médula. Sabía de qué se trataba, pero también que las condiciones de 2017, cuando fue su primera intervención, y las de ahora, eran muy diferentes.
En aquella oportunidad debió trasladarse a Buenos Aires. Fue en el Hospital El Cruce donde le realizaron la intervención. Viajó sola con su esposo y acá quedaron sus 5 hijos, apoyándose entre ellos para enviar fuerzas a la distancia a una mamá que no se iba a rendir tan fácil.
“Tener que irnos con mi esposo, dejar a mis hijos, mi casa, fue muy difícil. Incluso mi esposo tuvo que dejar de trabajar, por lo que en la parte económica también fue muy complicado, pero no teníamos otra opción, en Mendoza no hacían estos trasplantes”, explica Carmen con la calma que la caracteriza.
La vida la llevó a que deba realizarse un segundo trasplante, pero esta vez con una gran ventaja: se lo podía hacer en su provincia, en el hospital público del que ella es paciente, con sus médicos y médicas que la conocen hace tantos años, pero sobre todo con el afecto y el apoyo de su familia y amigos.
“Saber que no teníamos que trasladarnos, que podía ver a mis hijos cuando estuve en condiciones, que mi esposo no tuvo que dejar de trabajar, me ayudó mucho, me quitó angustia y creo que favoreció mi recuperación”, cuenta Carmen.
Carmen hizo todo bien. Fueron días duros, pero siempre estuvo convencida de que iba a salir adelante, tuvo el apoyo incondicional de todo el cuerpo médico, de enfermeras y kinesiólogos, entre otros, que son los que hacen posible que hoy esta paciente pueda continuar una vida más plena y que seguirá con el acompañamiento profesional riguroso dentro del Hospital Central.
“Si yo tuviera que decir algo, es solo agradecer a todos los que me acompañaron acá adentro y decir que siempre hay que donar, porque se puede salvar la vida de muchas personas. Muchas gracias”, finalizó al partir a su casa de la mano de uno de sus hijos.
Discussion about this post