El viento Zonda de este fin de semana volvió a dejar como saldo -además de los tremendos incendios en El Challao y Luján de Cuyo- gran cantidad de ramas y árboles caídos por toda la provincia, evidenciando la situación de desidia en muchos municipios.

La caída de ramas y árboles representa un peligro que parece que las autoridades no logran dimensionar. No solo afecta la normal circulación y el entorpecimiento de actividades si cayeron en escuelas, en alguna dependencia pública o privada; sino que pone en peligro la integridad física de las personas.
Nuevamente, este fin de semana el Zonda dejó secuelas en casi todos los departamentos, con mayor o menor intensidad. Las autoridades pueden decir que fue “algo fuera de lo común”. Y si, eso es el Zonda; pero -al igual que un terremoto- es un evento probable en Mendoza y parece que no estamos a la altura de las circunstancias.
El del arbolado es un tema que pareciera estar subestimado por los municipios. Y decimos municipios porque son quienes tienen la responsabilidad de su mantenimiento y conservación. En Mendoza, cualquier vecino tiene prohibido podar, cortar, desramar, o lo que sea, a los árboles que están en las veredas.

De ninguna manera presentamos una queja sobre la legislación vigente, pero si encendemos luces de alarma porque los municipios, que son quienes deberían velar por el buen estado de los mismos, parecen no dimensionar la situación.
Es habitual en los días después de estas contingencias escuchar a ciudadanos quejarse de que presentaron muchas notas y reclamos a las municipalidades correspondientes, pidiendo que poden o el recambio de árboles secos, que representan un peligro. No lo hicieron, y las consecuencias quedan a la vista.
Cortes de cables, roturas de veredas o caños, cortes de calles, son los daños menores que pueden provocar, cuando no afectan vidas humanas.
En varias oportunidades hemos escuchado al secretario de Ambiente, Humberto Mingorance, presentar los resultados de un Censo de Arbolado Público del Área Metropolitana, que requirió una inversión de U$S1.472.800. El funcionario ha mostrado orgullosamente los datos preliminares de lo que explicó “se trata de una herramienta única en Latinoamérica con un completo sistema de información y gestión que brinda, entre otras prestaciones, información georreferenciada de cada árbol del Área Metropolitana”.
Esta iniciativa generada por la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial –a través de Unicipio– comenzó con un relevamiento terrestre de cerca de 3.300 km, continuó con un vuelo fotogramétrico de un área de 2.000 km2 y ahora muestra gran cantidad de datos integrados en una plataforma informática de gestión.

“Pusimos en marcha un proyecto ambicioso: este sistema de información dinámica para la gestión digital del arbolado público metropolitano. Cuando decimos que es único en la región, es porque no se trata de un simple censo o conteo de árboles. Es una plataforma de capas múltiples de información que permitirá buscar indicadores o conocer cuantiosos datos claves para la gestión”, destacó Mingorance.
Celebramos este tipo de herramientas, pero pretendemos que sea más que un anuncio que esté en los diarios un día. Lo lógico es esperar que sea una herramienta para tomar medidas en pos de una política pública eficiente.
No hay planificación, conservación, diagramación ni prevención en torno al arbolado público profundas. No la hay ni la hubo en mucho tiempo, sino no se explica que las ciudades estén repletas de ejemplares foráneos plantados décadas atrás, de características que no son las propicias para soportar las condiciones geográficas ni climáticas de Mendoza.
Ejemplares de especies autóctonas, por ejemplo, no adquirirían la altura de muchos de los árboles caídos, además de que su demanda hídrica es menor, entre otros puntos.